Cubiertas ya las zonas adiposas,
y obviando los detalles resbalosos,
quiero hablar de los huesos poderosos,
de la estructura ósea de las diosas.
De unas ancas tectónicas, fehacientes,
de unos hombros altivos, mundanales,
de unos fémures clásicos y ovales,
de la frente, los pómulos, los dientes
escandinavos, de una espalda atea,
de unas rodillas penitentes, rotas,
de una clavícula árabe o hebrea,
de un espinazo etíope o
garota.
Me gusta la franqueza del esqueleto
divino. A él me encomiendo y me sujeto.
4 comentarios:
Siempre he admirado la estatuaria...
Me ha gustado mucho, la haces verbo y carne, aun si despojada, la desnudas en su esencia, aparentemente matemática.
LA PIEL.
Los huesos puedo figurar y quiero
dar reconocimiento, por ventura,
a su grave importancia que figura
y belleza propicia al cuerpo, pero
no desdorarse puede, por entero,
el músculo que forma y da mesura
al gesto; y a la gracia, la hermosura
del movimiento presta. Sólo quiero
que de todas las deudas que acopiara
y todos los adeudos que adquiriera
se cobren, y si algo aún tuviera
valor, han de tomarlo, que en la clara
u oscura hora del final, sólo querría
el calor de otra piel junto a la mía.
Gracias, Isis, y perdóname que he estado lento respondiendo. Ya vez que yo también admiro la estatuaria. Pero la modelo y su artista, por lo general, se las ingenian para distraerme del tema elevado de la obra.
Heriberto, la piel es lo supremo, pero es un tema un poco superficial… ;-)
Gracias por el poema.
En ese momento no vamos a tener tiempo para pensar en cosas mas "profundas".
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