Luego de enmendarme y asentar cabeza
me dieron trabajo en la envasadora,
y todas las mañanas, en el garaje,
debía llenar el tanque de gasolina
que alimentaba los sopletes de la nave
para calentar las soldaduras de hierro.
Dispuse para hacerlo una escalera un tanto endeble,
cargando cubos llenos de esa cosa.
Una mañana, mientras lo llenaba,
se aquietó el aire y pareció sacudirse,
y yo salí volando cuando el tanque explotó
y aterricé con las dos piernas rotas
y los ojos fritos como un par de huevos.
Pues resulta que alguien dejó abierto un soplete
y algo hizo que la llama penetrara en el tanque.
El Juez del Tribunal Superior dijo que, quienquiera hubiese sido,
fue alguno de mis compañeros de trabajo, y por tanto
el hijo del viejo Rhodes no me debía nada.
Y yo estaba en el estrado de testigo, tan ciego
como Jack el Violinista, diciendo una vez y otra:
"pues ni siquiera lo conozco".
Edgar Lee Master: Spoon River Anthology
Traducción: © Jorge Salcedo
1 comentario:
Gracias, encore, querido Salcedo, por esta Spoon River.
Publicar un comentario