Maurice, no llores, que yo no estoy debajo de este pino.
El aire fragante de la primavera susurra en la yerba,
titilan las estrellas, canta el guabairo chico,
¡y tú sufres mientras mi alma se arroba
en el bendito Nirvana de la luz eterna!
Visita al noble corazón que es mi esposo,
quien rumia aún lo que él llamaba nuestra pasión culpable;
dile que mi amor por ti, no menos que mi amor por él,
forjó mi destino —que a través de la carne
alcancé el espíritu; y a través del espíritu, la paz.
No hay matrimonio en el cielo,
pero hay amor.
Edgar Lee Master: Spoon River Anthology
Traducción: © Jorge Salcedo
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