Es cierto, conciudadanos,
que mi viejo archivador estuvo por muchos años
en ese estante sobre mi cabeza
y mi silla de juez, y es cierto, digo, que tenía
un borde de hierro que me abrió en dos la calva
cuando cayó —pienso que de algún modo
lo movió la sacudida que provocó en todo el pueblo
la explosión de los tanques de gasolina
que quemó a Butch Weldy en la planta de envases.
Pero vayamos punto por punto
y examinemos con cuidado este caso:
Primero, concedo que mi cabeza se abrió en dos,
pero segundo, aclaro, lo aterrador fue esto:
las páginas del archivo volaron y llovieron
en torno mío como un juego de naipes
en las manos de un prestidigitador.
Y hasta el último instante podía ver las hojas
hasta que al fin me dije: "Estas no son de veras hojas,
¿no ves acaso que son días y días
y los días y días de setenta años?
¿Y por qué me torturas con las hojas
y sus minúsculas anotaciones?
Edgar Lee Master: Spoon River Anthology
Traducción: © Jorge Salcedo
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