27 de julio de 2008

A los pies de una estatua



Perdóname si esto es fetichismo.
La luz se curva y se gradúa y alza
en promontorios claros, vagos signos
y huellas de tu pies sobre mi espalda.
No hay nadie aquí. Pongo en tu pie mi mano
y siento la arenilla, el cosquilleo
de tu risa, la huida en broma, en vano
y el suave y pausado parpadeo
que se va distendiendo, las pupilas
que se abren, tu cuerpo tiene un ritmo
perfecto, avanzo hacia tus plantas frías
y se van calentando, los tobillos
me revelan tu pulso, tus caderas…
Por el sendero, unas voces se acercan.

6 comentarios:

Güicho dijo...

Bueno, y qué pasó? Te multaron?

;-)

Heriberto Hernández Medina: dijo...

EL OBJETO DEL DESEO

El pié he besado, el pié de gracia iluminado,
y el tobillo, y la pierna donde se abisma cálido
el placer, como el barco de un navegante escuálido
que naufragar soñara en el muslo anhelado.

Varado en la rodilla, mi lealtad he ofrendado
al cielo de los cielos, desdeñando al dios pálido
de la cruz y en el suelo, un argumento válido
es la belleza, siempre, para obviar el pecado.

Al vientre, del abismo ingrávido, he ascendido
saciando en cada gesto la sed que nunca mengua.
He conquistado el pecho, los labios y la lengua,

y el cuello, la alta torre, de pudor guarnecido.
He escalado balcones y oculto entre la hiedra
he adorado la carne, nunca la fría piedra.

Jorge Salcedo dijo...

Güicho, solo se sonrieron…

Heriberto, ¡lo que te has perdido! lol
Gracias por el soneto.

Isis dijo...

¿Por qué no?

Jorge Salcedo dijo...

Isis, ¿por qué no qué? ;-)

Heriberto Hernández Medina: dijo...

La verdad, asumo mis limitaciones, pero no juzgo a nadie, si de encontrar placer o de amar se trata. Me alegra que haya seres que puedan disponer de un universo de opciones más amplio. De verdad los envidio, estimada Isis y experimentado amigo Salcedo. De hecho, creo que me daré un paseo por el Palacio de Vizcaya en cuanto pueda.