27 de enero de 2010

El Mandrílago

Tarceaba ya y los lúberes aldoves
cendeaban dandolives en la alfuaba,
mismiseleados iban los jojoves
y el numanuma alfiñe opsipituaba.

¡Cuídate del Mandrílago, hija mía!
¡Mandíbula que monda, garra aviesa!
¡Y cuídate del pájaro Hestrapía
y del omnivorígeno Marbuesa.

Ella empuñó la espada esmeridal
y aguardó por el túrpido enemigo;
echada bajo el árbol paridal,
meditabunda, a solas consigo.

Y mientras ponderaba ontas razones,
llegó el Mandrílago de ojos de fuego,
hostilmando del bosque los dermones,
llegó barbulujeando sin sosiego.

"¡Zaz y zaz! ¡Zaz y zaz!" ¡Letal destreza,
la espada esmeridal lo fue trozando!
Muerto quedó, tomole la cabeza
y retornó a la casa galdoneando.

"¿Fuiste tú acaso quién mató al Mandrílago?
¡Ven a mis brazos, cádice hija mía!
¡Día de ambuar! ¡Arógeno! ¡Marvílago!"
¡Ah, cómo trebolaba de alegría!

Tarceaba ya y los lúberes aldoves
cendeaban dandolives en la alfuaba,
mismiseleados iban los jojoves
y el numanuma alfiñe opsipituaba.

Traducción: © Jorge Salcedo (Una traducción literal, de contenidos, por supuesto, del encantador Jabberwocky de Lewis Carroll).

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