19 de junio de 2012

Oda al motor de combustión interna


Ustedes, los que vendrán
tendrán que imaginarse el rumor de estos años
ambientados, como nuestras películas,
por el motor de combustión interna.
Nítido el grillo, agreste la cigarra,
de égloga el viento y digital la espuma,
se maravillarán de estos dos siglos
empapados de tráfico hasta el oído interno
y se preguntarán cómo pudimos.
Digan, si quieren, que nos adaptamos,
piensen que no teníamos opción,
ensayen la nostalgia o el asombro.
De evidencia anecdótica, recojan en el acta
la esperanza del último autobús
distinguido en la noche, cuando falta la amada,
el carro solitario que avanza con desgano,
se aproxima y se aleja en una misma nota
y conjura el desvelo,
el alivio de oír, tras una pifia enorme,
una motocicleta a cien millas por hora,
un motor que no enciende y es tu padre o tu hermano,
la carretera que tampoco duerme.
No crean que fue atroz nuestro destino,
también de aquello hicimos una música, un orden.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me llenas el alma de suenios sin ilusiones.