Similar al encono de los nuevos creyentes es el despecho de aquéllos que alguna vez nos amaron. Nadie nos odia con tanta devoción y acedía, nadie nos ignora con tanta meticulosidad. Pero mejor no entrar ahí. Aquí hablo apenas del desengaño político, del despecho de aquéllos que se entregaron a un líder, una causa, una idea en su más tierna edad y ahora reniegan de todo lo que pueda recordárselos. La verdad es que ni siquiera es necesario haber amado, basta haber crecido allí, en un cuarto modesto contiguo a la utopía, adormecidos al arrullo de la nana social o presionados a escucharla, tararearla, pestañearla, saborearla a toda hora.
A quienes tuvimos la desdicha de nacer y crecer durante los diez primeros quinquenios grises del castrismo, nada nos lo evoca tanto como la palabra “pueblo”. Y con razón. Hace algún tiempo me entretuve en colocar en Wordle los discursos de Fidel Castro y pude comprobar visualmente la preeminencia del vocablo. "Pueblo" es un concepto central en la demagogia castrista y esa centralidad solo puede disputársela la inefable “Revolución”. Revolución, Pueblo, Cuba, País, Patria, Partido, en boca de Fidel Castro, son seudónimos de él mismo y de ahí proviene seguramente la alergia que nos producen.
Pero el uso demagógico de éste o aquel vocablo no debe hacernos creer que carecen de sentido o son, necesariamente, material exclusivo de demagogos. Creer que existen palabras demagógicas es tan inocente como creer que existen palabras poéticas. Si demandamos que los políticos renuncien a todas las palabras usadas por los demagogos, los condenamos al silencio.
@OLPL El camino del Pueblo?!!...suave orlandito, suave..Existe el pueblo, por supuesto que existe. Y no hay ningún problema en llamar pueblo al conjunto de individuos que comparten vigencias sociales plenas y un repertorio común de experiencias colectivas con continuidad histórica. Claro que el término ha sido manipulado mil veces con criterios raciales, clasistas, ideológicos, para excluir a unos y azuzar a otros; claro que en nombre del pueblo se han cometido mil crímenes—ni más ni menos que en nombre de Dios, la justicia, la paz, la libertad, la patria y la virginidad de María. Ciertas nociones como “pueblo elegido” o “pueblo excepcional” y sus contrapartidas: pueblos prescindibles y enfermos, siempre serán peligrosas. Pero de poco vale renegar del vocablo y parlotear sin sentido con el sagrado arrebato de los “conductores de pueblos”, gente de lo más exaltada y de las más palabreras. Hablemos claro y sin complejos ni histerias cuando hablemos del pueblo, aunque sea para distinguirnos de los charlatanes de pueblo.
— Ailer González Mena (@ailermaria) November 15, 2013
Gráfico: Representación visual del discurso de Fidel Castro el 1ro de enero de 1959. El tamaño de las palabras es directamente proporcional a su frecuencia.
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