11 de agosto de 2008

You Ain't Seen Nothing Yet


Manhattan
, Jorge, no Manjatan. Tienes
que relajar la lengua y los labios, así…
Así, así, así… ¡Ah, la muy tortillera
me llamó prostituta porque sí!

A medianoche regresamos caminando hacia tu albergue
que está en la esquina de F y 3ra,
un rascacielos convertido en cuartería estudiantil.
Por la acera de la sombra nos mandó su compañera,
su compañera tortillera, que se pregunta por qué
la policía te detuvo en el hotel, ignorando
que tú eres extranjera, no puta… ¡Tortilleras
que son las dos! Hacia el hotel, de vuelta,
quiero decir, hacia el albergue, de vuelta,
por el malecón desierto, por la luna de Valencia,
por las calles de La Habana, por el año ochenta y seis.

Atrás suenan unos pasos.
Alguien se acerca y lo dejamos pasar.
Es un hombre ya maduro pero aún joven, muy compuesto.
No va lento ni rápido. Va a paso firme y maduro.
Nosotros vamos hacia el Este y hacia el Oeste va la luz.

Mi hermana vive en Manhattan, Jorge Antonio, es por eso
que sé cómo se pronuncia. Por eso me visto así.
Por eso soy dominicana, no puta,
y tu tía es tortillera de vuelta y vuelta. Así es.

Por la acera de la sombra nos mandaron y nos vamos
de vuelta, con paso novio, por la acera a media luz.
Atrás suenan unos pasos ya casi sobre nosotros
y sólo nos queda tiempo para dejarlos pasar
con palos, piedras y niños, sin prestarnos atención:
una pandilla estrambótica y multigeneracional.
Cuando ya nos han pasado y nos va pasando el susto,
le dan alcance al señor maduro, firme, compuesto
que intenta esquivar las piedras, da gritos, salta a la calle,
se agacha, rueda en el piso
y es asediado, apaleado, insultado, lapidado
sin lograr que pare un auto, que hagamos algo tú y yo.

En esa sucia confusión de las cosas reales
veo a un hombre arrinconado por una turba contra el mar.
Tú te lanzas a la calle, regresas, te agitas, me halas
y me empujas, me abrazas, brincas,
huyes en toda dirección.
¡Esto es peor que Manjatan!, gritas parada en el muro;
yo admiro tus ojos negros llenándose de experiencias;
mi juventud, de pasos mudos, de fastidio, de adiós.

4 comentarios:

Alexis Romay dijo...

(…) “por el malecón desierto, por la luna de Valencia,
por las calles de La Habana, por el año ochenta y seis”.
Vate, tienes un ritmo envidiable y una riqueza de imágenes que ni te cuento. Por otra parte, estoy de acuerdo contigo: este poema merece una etiqueta. Espero el próximo de la serie.

Güicho dijo...

Por esa época por ahí anduve. Y por lo demás, Alexis ya lo dijo por los demás.

TIROFIJO dijo...

Diario?

Jorge Salcedo dijo...

Bustro, perdona la tardanza en contestar. He estado en la playa y sin poder conectarme por un par de días. Sí, el poema pertence a una serie —"You ain't seen nothing yet"—. Ya vendrán más. Gracias por tus generosas palabras.

Güicho, déjame adivinar qué hacías por ahí. ¿Visitando la biblioteca de Casa de las Américas? ¿Patinando por el paseo de G?…

Tirofijo, no te angusties. Sé paciente. Todo llega.