4 de septiembre de 2008

No veo de qué me hablas



Llegaron, echaron un vistazo.
Me llevaron a la terraza del hotel, por si acaso.
Era una vista hermosa de La Habana.
No veo de qué me hablas, me dijeron.

Adentro, el diplomático
diminuto y deforme,
cacareaba.

Fuimos al restaurante del hotel.
Ellos toman el café mucho más diluido.

Vimos putas.
Unas entraron milagrosamente
por el agujero de la ropa sucia.
Hasta el cuarto. Hasta la tienda.
Adiós a las putas.

Soy un gajo de la vida, una variedad de la vida.
Mi padre, gajo. Mis abuelos, gajos.
Más atrás un mono, un ratón, un pez.
La complejidad del momento,
la variedad de las especies,
¿cómo reconciliarnos?

No veo de qué me hablas.

El diplomático, diminuto,
cacareaba.

Foto: Vista del Vedado desde el Habana Libre. Amy Goodman

2 comentarios:

Alexis Romay dijo...

No hay peor ciego.

Anónimo dijo...

Gracias. Ya te mandé un email. Zoé.