2 de octubre de 2008

La hora del trabajo y del estudio

La hora del trabajo y del estudio
es la hora perfecta para el vagabundeo.
La mañana se deja tocar sus piernas juveniles
y se estira a solearse en los portales,
los jubilados deambulan haciendo sus labores,
las calles y los buses se apaciguan.
Se pueden visitar los sitios públicos
y ser turista con conocimiento
de causa, afortunado, en tu país.
La hora del trabajo y del estudio
es la hora perfecta para el vagabundeo.

No digo que esté bien ni que esté mal.
Lo aprendí siendo niño y de mí mismo.
Escapar de la escuela merece una canción.
Llegar a cualquier hora a cualquier parte
es también una forma de religiosidad.
No hay que desafiar las leyes de los hombres
ni las leyes de Dios, escritas en mi cuerpo;
afuera llueve o mañanea el sol
y eso lo explica todo, desde adentro.

Anochece en invierno más temprano
y tu corazón tierno se enternece
viendo alejarse el último racimo
de colegialas. Si te quedas atrás
verás el aula aún estremecida
con la presencia de los que se fueron,
el pasillo larguísimo, el ruido de una silla
que mueve algún conserje de limpieza,
la pizarra en la que alguien dejó su nombre escrito,
el misterio de un cuerpo ausente junto a otro
y el milagro de un grupo de gente conviviendo.
Todos se han ido, han apagado las luces.
Es la hora perfecta para el vagabundeo.

5 comentarios:

TIROFIJO dijo...

Poeta, usted y Bustro se están metiendo pa’ lo hondo porque saben que ahí yo no se nadar. Volvamos al decimeo o la sonetería pa’ poder poner una.

http://tirofijomalanga.blogspot.com/2008/10/blogoqu-blogoestroika.html

Manuel Sosa dijo...

Entonces, los iré leyendo poco a poco. Gracias.

TIROFIJO dijo...

No se pueden quejar, hoy el lechero (o era el cartero) ha pasado dos veces”

http://tirofijomalanga.blogspot.com/2008/10/males-y-penas.html

Anónimo dijo...

Es curioso, y tal vez eso revela en algo mi carácter o mi condición pueblerina... no recuerdo haberme escapado de una clase. Mis 'escapadas' -más del trabajo que del estudio- se remontan creo recordar que al 12º grado, cuando ya todo daba igual porque el trabajo estaba hecho, la carrera elegida y las notas del segundo semestre no contaban. Tu poema, Salcedo, me ha recordado justamente esos meses en los que mis amigos y yo nos aventurábamos a cruzar la cerca de nuestro internado en Holguín para ir a buscar comida -y bebida- al mirador de Mayabe. Entonces tuvo lugar la primera borrachera de nuestra historia. Una amiga de siempre, ahora en Colombia, y yo, nos moríamos de la risa pensando en la posibilidad de que tuviéramos que dejar en el camino a otra chica del grupo, bastante gruesa, y años después la confundieran con un mamut de la prehistoria... Nada, esta madrugada me ha entrado la nostalgia. Acabo de cumplir ¡40! años.

gsanchez dijo...

Si, tú sólo o los tres vagabundeando juntos y yo impacienta por verlos aparecer por fin en clase. Los profe mandando mensajes a los familiares. Eso es lo que más admiraba de Uds. que a pesar de no estar casi nunca en clase sacaban bastante buenas notas, pues estar siempre en la escuela y sacar buenas notas no es una gran cosa. Hubiera querido ir con Uds. aunque sea sólo una vez, pero nunca tuve el valor de pedirselos.