22 de octubre de 2008

Mis amigos creían

Casi todos mis amigos defendían aquello.
Quiero decir: creían. Hablo de mi niñez.
La realidad ante nuestros ojos no era la realidad
sino tan solo un atributo de su creencia, una señal,
y como yo no creía, la realidad era para mí
una papa rellena al final de una cola.

Casi todos mis amigos eran buenos muchachos.
Yo no era un niño malo. Simplemente, no creía.
Esto no tiene nada que ver con Dios, por supuesto.
Los maestros nos enseñaban la inexistencia de Dios
a todos por igual. Ellos creían a los maestros.
Es tan difícil enseñar la inexistencia de Dios
como enseñar su existencia. Y los maestros no eran buenos.
Mis amigos sabían que los maestros no eran buenos
pero para ellos los maestros eran un logro, un símbolo;
para mí, los maestros no eran buenos.

Las arengas eran huecas y a todas luces falsas,
pero mis amigos creían más allá de las arengas.
Como yo no creía, ponía atención a las arengas
y señalaba las incoherencias, las falacias…
No convencía a nadie, mis amigos tenían
los ojos fijos a lo lejos, como quien ve la pampa.

Mis amigos van ahora a la deriva por el mundo.
Su discurso se ha vuelto más intrincado que sus vidas.
Los reconozco por las fobias y los tics persistentes
que ha dejado en su alma la creencia.
Algunos, ciertamente, tienen la dimensión
trágica del héroe a quien los dioses abandonan.
Nadie los convenció de estar en el error.
Se levantaron un buen día sin referente al más allá
y aunque siguen mirando la realidad por sobre el hombro
su ojos están ahora fijos en el vacío.
Su drama es grande; su aventura, increíble.

Y a veces pienso que es muy triste mi situación, pues nunca vi
aquella luz distinta que embelesaba a mis amigos.
Vi lo obvio crecer hasta hacerse grotesco,
me quedé en la incoherencia y la oquedad de las arengas
y padecí la destrucción del paisito acogedor
que hicieron nuestros viejos, sin ver de los escombros
levantarse otra cosa que escombros apilados.

Tener razón ha sido como el escarnio tras la ofensa.
No una hazaña imprevista, sino una obscenidad.
Soy el héroe de lo obvio, de lo patente y manifiesto
y a nadie voy a persuadir de mi heroicidad.
Debo decirle a mis amigos que yo tampoco creo en ella,
que me han abandonado las ganas de persuadir,
que la luz para mí fue el roce de sus cuerpos
y el vaho tibio de las palabras dichas contra la niebla,
que la tierra perdida huele a mierda de vaca,
que a mí también me gusta muchísimo ese olor,
que no sé ni me importa cómo huele una estrella.

12 comentarios:

Manuel Sosa dijo...

Al fin leo este poema, viejo.

Jorge Salcedo dijo...

Me alegro por ti ;~)
No sé si has notado, pero por estos días estoy celebrando la Jornada Ideológica Camilo-Che. Cerraré con otro poema de este libro, en memoria del héroe de Yaguajay. El poema se titula Flores para Camilo y saldrá el 28 de octubre.

David Lago González dijo...

bienaventurados los que en verdad creyeron: quizás en algún momento fueron felices por ello

Página en blando dijo...

Muy lindo, Salcedo. Ese poema está empingao

Anónimo dijo...

"La soledad del que no cree"

Lori dijo...

La decepción del iluso que creyó, el desprecio infinito a los infames.

David Lago González dijo...

He vuelto a leérmelo y me parece mejor, excelente, y perfecto. Posees un talento inmenso porque es muy difícil hacer poesía con cosas y temas tan antipoéticos. Lo que narras (o versas) allí es justamente el abismo que separa a mi generación de las que vinieron después, y no es una simple línea o frontera: es un abismo y no se va a rellenar con ninguna fantasía ni falacia de hermandad.
Te pido permiso para reproducirlo en mi blog.
Gracias. Un saludo.

David
david2305@yahoo.es

Los relatos de Maurice Sparks dijo...

http://losrelatosdemauricesparks.blogspot.com/2010/03/mensajes.html

Anónimo dijo...

http://heribertopenthouse.blogspot.com/2010/03/el-precio-de-ser-independiente-carta_30.html

Jorge Salcedo dijo...

David, gracias y perdona que no haya visto tu comentario. Como habrás notado, estoy fuera del aire mientras dura la campaña OZT. Me gustaría tratar ese tema de la distancia generacional y cómo aparece en los textos de los que llegaron a la adultez en Cuba en las últimas décadas del siglo XX. Hacerlo a través de textos publicados en Cuba no es válido. La poesía cubana de los ochenta, por ejemplo, es contestataria solo si se la compara con los publicado en la isla en los setenta, no con lo escrito allí (El Central, por decir algo, de Reinaldo Arenas). Ya encontraremos el momento para esto. Puedes reproducirlo si quieres.

Una Carta a Jorge Salcedo dijo...

Señor Salcedo, he visto que usted forma parte de la junta directiva del Blog Orlando Zapata Tamayo, para recoger firmas con el fin de que liberen a los presos politicos cubanos. Lo felicito por esta iniciativa que puede contribuir a abrirle los ojos a la opinion publica mundial sobre la realidad cubana. No obstante, debo debo reprocharle algo, tanto a usted como a los demas integrantes de esa junta, me parece que fue un grave error dividir las firmas por categorias, priorizando la de las figuras publicas, las cuales en su mayoria no son tan publicas. Creo que esta causa es de todos y no deberiamos aprovecharnos de esto como alimento de goce individual y egocentrico, creando una lista de figuras publicas. Esto demuestra poca seriedad, pues otra vez se reincide en ese vicio cubano de los grupitos y las piñitas. Si van a poner figuras publicas, pongan a las verdaderas, las que tienen un alcance mundial; por ejemplo: Montaner, Ana Belen, Vargas Llosa, etc. Pero poner como figuras publicas a personas que solo son conocidos en pequeños circulos, es correr el riesgo de excluir a otros que, incluso, son hasta mas importante y conocidos que muchos que engrosan esa lista de figuras publicas. Cualquiera que se percate de esa categoria de clase superior pudiera decepcionarse y no firmar la carta, puesto que otra vez caemos en ese vicio altanero cubano que fomenta el grupito y la piñita. Espero que mis palabras le sirvan para reflexionar y que no se ofenda. Dejemos los protagonismos, ese lastre que tanto nos ha dividido, y seamos todos uno en esta causa. La causa y su iniciativa lo ameritan, por eso algunos muchos desconocidos no deben medrar de esto. Muchas Gracias.

Anónimo dijo...

Salcedo, alguna vez oi decir que eras un versificador, pero es falso. eras un poeta, porque lo que escribes casi podemos tocarlo, es real como un objeto cotidiano y es extraordinario como un acto de magia. lo que das a los otros es la imagen del guerrero que sale invicto de la batalla mas dura, la de la corrupcion de la historia y del tiempo. y lo mejor es que sales vencedor esgrimiendo un trofeo dado graciosamente por las musas. me despido como se saludaban los griegos: alegrate.
gracias por tu blog. noemi luis.