28 de marzo de 2013

Ichikawa, Yoani y la convivencia cubana


El profesor Emilio Ichikawa ha publicado en su blog unas consideraciones sobre el oportunismo académico y el viaje de Yoani Sánchez a Estados Unidos. Y si no fuera por cuestiones menores de lógica, puntuación, sintaxis y ortografía, yo tendría poco que objetarle; apenas la mala fe y la mala información.

Deplora el profesor Ichikawa que el también profesor y cubanólogo Ted Henken se dedique por meses a promover a Yoani Sánchez y “amplificar su significado político […] en lugar de estar escribiendo, estudiando y preparando clases”. Desaprueba igualmente que los profesores opuestos a la bloguera cubana se dediquen a “rebajar su significado politico [sic] (e intelectual)” en lugar de estar “escribiendo y leyendo para sus clases; que es al cabo por lo que se les paga”. Tanto o más que estas labores extracurriculares, censura Ichikawa la actitud de otros académicos que murmuran “en la sombra” (¿al oído de quién?) su desacuerdo con Yoani o permanecen callados “por oportunismo”, al “igual que algunos de sus defensores”. Callan, nos explica Ichikawa, porque “el agobiante respaldo que ha recibido Yoani Sánchez por parte del funcionariado político y la burocracia intellectual [sic] en EEUU, luce demasiado poderoso (hasta amenazante) como para perderlo en la agenda de una carrera académica que ya no se basa en la calidad del saber sino en la corrección pública y el talento para conspirar”.

Más allá de su obsesión por la medra académica, hasta este punto del escrito yo solo había reparado en la admirable economía procesal de Ichikawa, capaz de condenar a una mitad del profesorado bajo cargos tan pueriles como “acciones extracurriculares a favor o en contra de Yoani Sánchez” u “oportunismo por no pronunciarse a favor o en contra de Yoani Sánchez”. Me alegré por un momento al conocer que Ichikawa eximía de cualquier culpa a dos profesores cubanos; una, por hablar contra Yoani; otro, por brindarle su apoyo: “Igual que cité como frontal y honesta la posición de la profesora María Isabel Alfonso —dice Ichikawa—; debo decir también que considero semejantemente honesta y frontal la posición del profesor Enrique de [sic] Risco en apoyo a Sánchez”. Y todo bien hasta aquí, si no fuera porque esto era el inicio de otro ataque: “Algunos no lo recuerdan, pero De [sic] Risco continúa en su línea mientras otros “académicos” entusiastas en las campañas “Zapata Vive” y “Jama y Libertad” se han apartado o atenuado su activismo”. Y aquí el guiso, les cuento, ya comenzaba a olerme raro, aunque no podía creer que Ichikawa estuviera enfilando hacia mí una invectiva dirigida contra “la corte académica” de Yoani Sánchez. No lo creía, digo, hasta que leí el siguiente párrafo: “Debo decir además que en la referida época de la campaña “Zapata Vive” expuse al profesor De [sic] Risco la opinión de que los profesores [sic] José [sic] Salcedo y Alexis Romay eran dos jóvenes [sic] con premura por hacerse un nombre que usaban la causa política como vector de ese interés profesional”. Y ya aquí, por supuesto, desaparecieron mis dudas. 

Bueno, mi estimado Ichikawa, despreocúpese usted. Yo no soy profesor, yo no soy académico. Tampoco lo es Alexis Romay, hasta donde conozco. Lamento si algún texto mío le ha dado esa impresión. Fuera de Cuba he trabajado como reportero, editor, diseñador, fotógrafo, director creativo, en periódicos, editoriales y agencias de publicidad, pero nunca en la academia. Se lo digo sin pizca de anti-intelectualismo, sin menosprecio alguno por la universidad. He escrito algunos artículos, algunos libros de poemas, cuando he sentido la necesidad. Y eso es todo. Si Ud. desea avanzar su carrera en la academia, si siente alguna amenaza por el escalafón, mire hacia otra parte. Pero sobre todo, infórmese. Información es poder.

Tampoco fui un “entusiasta” de esas campañas que menciona; fui su gestor y su coordinador. También de aquélla anterior, cuando los huracanes, que usted seguro recuerda. Sobre esa primera experiencia se montó la de Pánfilo, y sobre la de Pánfilo, la de Orlando Zapata. Gestor y coordinador, pero sólo uno más de los que trabajamos en ella. Y algunos desde el arranque, en una o varias campañas. ¡Y cómo trabajamos! Pregúntele a Enrique del Risco y a Jorge Ferrer, a Alexis Romay y Ana Fuentes Prior, a Alina Brouwer y… a tantos. Y a la larga, algo logramos, sobre todo en la última, la de Orlando Zapata. Me alegró que Hernández Busto lo recordara en un coloquio reciente sobre sociedad civil y blogósfera cubana. Ha sido la excepción, no la regla. Y si a alguien le salió de ello una promoción, un trabajo, una invitación a un evento o credenciales de experto sobre democratización y nuevas tecnologías, si alguien avanzó su carrera gracias a ello, ¡felicidades! Bien merecido le estaría. Pero yo no lo creo. En términos de carrera, familiares, financieros, en términos personales, todos estamos todavía pagando el precio de esas aventuras. 

Así que pare usted, mi estimado Ichikawa, de rebajar a gente que ni siquiera conoce y de atribuir sus acciones al logrerismo académico o a cualquier otra picardía. Alguna vez hay que aprender a vivir en la ciudad, entre gente muy diversa, muy diferente, hasta contraria, con las que a veces competimos y a veces colaboramos, con las que podemos y vamos a tener coincidencias y diferencias de opinión, intereses, políticas, intelectuales, personales, encontronazos reales y dolorosos, pero a quienes no es posible liquidar o excluir sin que a la postre la ciudad se nos convierta en comarca, y la comarca en aldea, y la aldea en villorrio, banda, tribu, manada. 

Las limitaciones actuales de la blogósfera cubana son las mismas que tiene nuestra sociedad civil, nuestra oposición interna y los exilios sucesivos: una pésima cultura para la convivencia. En el exilio convivimos en la ciudades de aquéllos que han aprendido a convivir. En nuestros espacios propios, ya sean reales o virtuales, convivimos en feudos, cacicazgos, palenques… O cada uno por su cuenta. La polis se nos resiste todavía, Ichikawa. Se nos resiste la política. Algo que ya vio de golpe otro poeta habanero.

En cuanto a Yoani Sánchez, he celebrado su gira, la he felicitado pública y personalmente. También escribí una sátira a propósito de los varios métodos represivos usados en su contra. No soy parte de su “corte académica” en ninguno de sus bandos, imaginarios o reales. No soy material de corte. La he invitado, eso sí, a pasar por mi casa si se acerca a Cambridge, Massachusetts. Me parece una persona admirable, inteligente, sensible; y una excelente escritora. Y si ella quiere, ya le dije, la llevo a conocer la primavera de New England en sus mejores rincones. Así podemos también hablar un poco de Cuba y quién sabe si de ahí salga algún proyecto concreto para lograr una auténtica y duradera convivencia.

Si sale algo, mi estimado Ichikawa, le aviso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saludos , escribi " puro teatro" puedes verlo en nuevo accion , en baracutey cubano hago algunas consideraciones historicas . saludos de Suiza .