1 de septiembre de 2008
El lugar del recuerdo
Balcones y terrazas, sol y sombra: La Habana.
Corredores luctuosos y bulla en derredor.
Columnas húmedas, tardes de siesta,
calles que dan al mar y un gran farol.
Suaves colinas del Vedado, modernas,
murallones señeros que rondan la bahía,
barrios residenciales de antaño, idos a menos,
solares sospechosos de risa y sobresalto.
Playas y escalinatas, paseos, parques, luces
de botes que a lo lejos dan señales de vida.
Un malecón bordado por el diente de perro
y un Miramar perdido por la Quinta Avenida.
Iglesias clausuradas o apenas entreabiertas.
Parque de diversiones del que todos se han ido.
Árboles y llanuras mansas en las afueras
por donde he paseado sin soledad ni tedio.
Ciudad donde el crepúsculo supera a las postales
y a donde llega como fiesta el invierno.
Noches de cine y caminata hasta el alba
en que a veces nos vemos y a veces no nos vemos.
El acuario, el zoológico, tu casa, mi equipaje.
Aquel tugurio alegre de cervezas y ostiones.
La casa de mi abuela en una loma muy alta
y ahora también muy lejos. Los ciclones
que borraban la terrible costumbre del colegio;
los infantiles frente fríos, para mí con limones
y cometas y amigos de antaño, artesanales.
Y hasta aquel cementerio de mármol y cristales
que un día recorrimos entre risas y besos.
Bibliotecas, colegios, perdidas facultades
en las que a lo mejor ha quedado algo nuestro.
Alamar de cuadritos con el viento del norte,
San Agustín también de cuadritos, grotesco.
De un extremo a otro extremo de la ciudad soy náufrago
y rehén de perdidos y encontrados recuerdos.
No he mencionado a nadie. Y nadie es la alegría.
Y el agua late suave contra mis propios huesos.
Foto: Bug2. By Jam0, en Flickr.
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9 comentarios:
Y algunas esquinas. Y los bancos de los parques. Las paradas de las guaguas. El soundtrack de nuestros recuerdos.
Yo por suerte me di cuenta y traje conmigo todos esos recuerdos.
Saludos,
Al Godar
Asi mismo.
You killed me.
me conmovió
Me llevaste contigo, Salcedo, completa.
Carmen
Es una delicia.
Un malecón bordado por el diente de perro
y un Miramar perdido por la Quinta Avenida.
Gracias.
bello
Gracias a todos. Hay unas cuantas estrofas de este poema que me gustan, otras me dan un poco de miedo. Lo escribí en Quito, probablemente en 1993, al año de haber salido de Cuba. Y creo que se nota. Gustav (y también Zoé, Cao, Bustro y otros que escribieron algo a propósito de los ciclones) me ayudaron a desempolvarlo: …Los ciclones / que borraban la terrible costumbre del colegio; / los infantiles frente fríos, para mí con limones…
no me canso de leerlo
ahora lo que encuentro interesante es que en un solo año hayas podido acumular tantos recuerdos. Al año de mi salida de Cuba yo estaba aún entre la desintoxicación y la furia.
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