y el repicar de las campanas del templo,
y la sangre de ancianos y jóvenes
martirizados por haber presenciado
la verdad con los ojos irradiando fe en Dios,
consiguieron las grandes reformas de este mundo?
¿Creen que el Himno de Batalla de la República
se habría escuchado, si la esclavitud
hubiese coronado al dólar soberano,
a pesar de la desfibradora de algodón de Whitney,
y el vapor y las fábricas de rodillos y el hierro
y el telégrafo y el trabajo libre blanco?
¿Creen que a Daisy Fraser
la hubiesen quebrado y desalojado
si las envasadoras no hubiesen requerido
su casa y su terreno?
¿Creen acaso que el salón de póker
de Johnnie Taylor y la taberna de Burchard
hubiesen cerrado, si el dinero invertido
y gastado en cervezas no hubiera ido a parar
al cierre, a Thomas Rhodes
para mayores ventas de calzado y cobijas,
y parkas de niños y cunas de roble?
Obvio, un principio ético es un diente cariado
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